Por: Pedro Gallardo
Cigarrito callejero o íntimo, a escoger
Comienzo la primera semana del nuevo año, con una extraña extrañeza, entrando en el familiar bar de costumbre mañanera, a tomar el cafelito, con un cigarrillo en el bolsillo del abrigo acompañado del inseparable “Clipper recargable”. Me tranquiliza su tacto, aunque controlo mi facilidad mental en sacarlo y ponérmelo en los labios, por costumbre, por rutina, por amistad con esta droga permitida hipócritamente. Noto otro aire en el ambiente y reconozco haber ganado olfato, al reconocer humos controlados de tostadita, olor a café y menos alboroto interior por trueque de entradas y salidas, donde satisfacer el “mono insatisfecho”. Leo en prensa el alegato que no consejo de la Sra. o aspirante Leyre Pajín, a que denuncien a los fumadores que incumplan, a ello anima, y yo me animo a hacerlo sobre mi cabeza, consciente de mi problema, de mi enfermedad y dependencia, esperando no dar pie a ser motivo de denuncia.
He de reconocer la ley es necesaria, la más restrictiva de Europa y que los fumadores tenemos una oportunidad más de echarle cojones y voluntad, ante lo que somos sabedores que perjudica, sin derecho a hacerlo sobre los que no lo desean. Pero también demando ayudas a muchos que lo podemos necesitar, a cargo de los suculentos beneficios del Estado ( más de 6.500 millones de euros en el período Enero-Octubre 2.010) . Aumentarán los estados de ansiedad, el nerviosismo por dependencia en los puestos de trabajo y, el no fumador debiera convertirse en aliado de quien tiene el problema, pues va a costar y con incomprensiones y presiones, me temo surjan situaciones y tensiones nada deseables.
Y acabo de leerme por segundas, el maravilloso artículo de Andrés Hernández, “PIDO...¿por qué no?, donde descubro a un melillense excepcional que no conocía. Saludo a Sor Manolo, ese callepalentino de nacimiento, saludo a Kake, apuntándome a sus peticiones, permitiéndome dudar para ser menos peligro, para poder compartir la sonrisa de los demás, para asimilar como buenamente pueda, como sangre del espíritu. Y lo hago saboreando en mi intimidad, un cigarrillo de mediodía, liberándome en esta porfía.
Y mañana seguro seguiremos ganando en olfato, en salud, saboreando el cafelito y los olores familiares, en este Barrio del Real, avanzando en la semana de Reyes, donde deseo el carbón se vaya a las alturas, incluyendo los promotores de las sicav,s y nada desdeñables beneficios, en este “annus horribilis y a olvidar, para tantos”.
Puede que María Antonia Abad, nuestra “saritísima”, se replantee darle descanso al “fumando espero al hombre que más quiero”. Mientras tanto yo seguiré disfrutando con el pensamiento de Alessandro, con el ingenio de Pertini cuando nos decía “que los fumadores podemos estar orgullosos de nuestra tolerancia ,pues todavía no conocemos uno que se haya quejado de los no fumadores.
En fin, “que el mono me persigue”, pero seguro, que con voluntad y compromiso, pienso ser mucho más rápido, y en estas estamos por hoy. Penúltima y profunda, sensual calada de despedida.
