Por: Pedro Gallardo
Crónica de un momento crudo, picaresco, solidario
Tiene 47 años pero aparenta muchos más y quiere permanecer de principio, en el anonimato. Es un juglar, un bohemio ,un navegante sin puerto fijo. Su lucha por subsistir es el día a día, desayunando si para ello tiene, sino se las ingenia y te vende al diablo o un cd grabado sin grabar, por fallo involuntario. Para mí es un genio de la medio verdad, de la justificada mentira. Se llama Rambo, por su abultada barriga y espaldado tatuaje aunque él lo justifica por sus son músculos acumulados, por excesos y hasta búsquedas en contenedores, últimamente el asequible y acartonado “Don Simón”. No le agrada se le atienda o escuche, -cuanto cuesta -, por caridad o insistencia, reclamando sus necesidades por ser consciente de que es consecuencia de la coyuntura, de los títulos y oportunidades a añorar, por ser veleta de viento multidireccional. Al final y con insistencia me ha confesado su nombre de pila bautismal, es José, pero que no lo usa por resistirse a renunciar a lo popular, a las risas y la escucha, sintiéndose centro de atención, casi un artista del absurdo graciable en alterne por librar.
Su última actividad laboral fue en tierras onubenses, en Lepe, recogiendo fresas, donde se presentó como mudito rumano, me confiesa sin papeles. Y yo, incrédulo, le escucho e invito a una copa de aguardiante achinchonado y seco, paloma blanca de libertad,, aligerado por el insípido elemento, incoloro y con olor y resabio a fondo de cristal, por repetido.
Habla de política a su manera, es crítico, nada intrascendente, ambiguo, difuso, a veces clarividente. Es un poti poti de derechas y libertad, de injusticia y “sus derechos”, no respetados y a respetar. Se lamenta de que unos tenga tanto y sin ganarlo, cuestionado su dignidad cuando el hambre y las necesidades aprietan. Al final, que si vota lo hace al que le de, que tiene que asegurar la manduca, aunque más de una noche contemple las estrellas, por obligación y cogorza de ida y vuelta, superable, repetida por falta de aliciente, quejas y evasión de esta cruda realidad.
Me ha ofrecido todo serio una botella de vino de Jumilla decorchada, faltándole un dedo. Y ante mi sorpresa de que el producto estaba desvirgado, me responde:
Apreciado señor, no querrá que le de algo no propio y adecuado, primero lo pruebo para garantizar y dar solidario testimonio. Me ha impactado, me ha llegado, optando por un euro arrinconado en el bolsilllo del casi gabán, a cambio de “Violet incense”, de la India india, en lote de procedencia “caducada”, pero que transmite sensaciones sensitivas olfativas , por inspiración próxima, acompañada en este instante de stop dáctil, en cambio de fondo musical, Karunesh relajado.
He quedado en que me lave el coche este próximo Lunes, habiéndome garantizado la labor cien por cien, mil por mil, y si no lo creo que le pregunte a un Hassan desconocido, calmándolo con un sí y no hay problemas, estableciendo el pacto de reciprocidad convenida. Ha sonreído y se ha despedido, siguiendo el itinerario rutinario de otras boticas, donde expresar su personalidad, sus vivencias, picaresca fácil y el que la vida siga, hasta no se sabe cuando. Fuentes fidedignas en el momento de su nerviosa despedida me han comentado, que no se llama José, que nunca ha estado en Lepe, lo más lejos Mariguari comprando algo de copto , que es un cuentamañanas, aunque nada violento, un talento nadando en las miserias. Pero yo le he dado credibilidad y asentimiento durante unos instantes compartidos, y no me pesa. Y vuelvo a encender y a olorar, el incienso, en un próximo Lunes donde sellar el pacto convenido. Total, es cuestión de horas... a su, a nuestra salud. Me ha resultado ser, un personaje, “especial”. Gracias Rambo, por tus vivencias expresadas, sueño, fantasía o estratégica connivencia con la realidad, que malvives y afrontas con tu peculiaridad e irrepetible forma de ser. Un placer expresado a compartir, nada televisivo. Y si llega el mensaje, llega y misión cumplida.