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NACIMOS LIBRES, SOMOS LIBRES Y CONTINUAREMOS SIENDO LIBRES

martes, 12 de abril de 2011


LA EDUCACIÓN NO ES UN CUENTO POR LOS DERECHOS
 DE LAS NIÑAS Y DE LAS MUJERES
“NADIE”
JUAN GARBÍN VEREDA RUSADIR ABRIL 2011 
ALGO DEL ESCRITOR, ALGO DE POETA 

“Nadie”, es una niña de siete años en este cuento que es la triste realidad de siete millones de niñas que no pueden ir a la escuela. De quinientos millones de mujeres que no saben leer ni esc4ribir. Niñas y mujeres que para las sociedades humanas son como “invisibles”, están pero no se ven, no tienen derechos, son marginadas, con discriminadas, se encuentran en el olvido de los responsables políticos, que no cumplen con la promesa de poner los recursos necesarios para que el Derecho a la Educación sea una realidad ya. 
“Nadie”, ha nacido en algún lugar y en ninguno porque no quieren que exista, que tenga derechos, que la igualdad sea real, que las promesas se cumplan. “Nadie”, se encuentra entre nosotros y en ninguna parte. Habla pero su voz no se escucha, es silenciada. Donde vive hay escuelas pero no para ella. Si no se pone fin a esta injusticia “Nadie”, pasará por esta vida sin ir a una escuela, como 700 millones de niñas, y terminará sin saber leer ni escribir, con 500 millones de mujeres. “Nadie” quiere tener un nombre, un hogar, unos derechos, una chispa de amor, un beso en cada mejilla. “Nadie” es alguien que nadie quiere ver, pero ella, “Nadie”, está entre nosotros. Hay que darle nombre y que ella lo escriba.
“Nadie”, desde cuatro añitos hasta los siete tuvo a su abuela “Invisible”, como su única familia hasta que murió como vivió, en silencio, en la calle. A “Invisible”, dieron órdenes las autoridades para que la retiraran de la calle y fuese enterrada donde se entierran a los “invisibles”, en cualquier lugar. De “Nadie”, no se preocuparon, tampoco la veían, abultaba tan poquito que también era ya invisible.
“nadie”, a sus siete años intentó sobrevivir día a día, haciendo recados, pidiendo limosna, pero como era “invisible”, como lo fue su abuela, no la veían aunque la mirasen, porque una cosa es mirar y otra muy distinta ver.
Fueron pasando los años y “Nadie”, gustaba asomarse a la ventana de una escuela para ver a los niños pintar unos signos y hablar en voz alta mirando un papel, hasta que un día, el maestro, que la venía observando, una vez finalizada las clases, la llamó y la hizo entrar en la escuela. “Nadie” se sentía como en un país de hadas observando, tocando libros, pizarra, cuadernos. El maestro le propuso enseñarle a leer después de las clases, ya que el maestro, que dijo llamarse “Solidaridad”, pertenecía a una asociación de los Derechos Humanos.
Pasado un tiempo, “Nadie”, que resultó ser una niña muy inteligente, aprendió a leer y a escribir correctamente. Así que le propuso si quería ir a vivir con una señora mayor que vivía sola, a lo que “Nadie” asintió con la cabeza y en su mirada una gran alegría.
“Nadie”, conoció a Esperanza, que congeniaron rápidamente, siendo “Nadie” quien enseñó a Esperanza a leer y escribir. Los estudios de “Nadie”, que ya tenía por nombre el de Luz, pues había sido adoptada por Esperanza, la única madre que tuvo, le gustaba recordar el nombre de “Nadie”.
Con el paso del tiempo “Solidaridad”, el maestro, Esperanza, su madre adoptiva, en realidad su única madre y “Nadie”, la nueva Luz, hicieron lazos de verdadero amor, siendo una muchacha inteligente y cariñosas entregada a la causa de la Acción Mundial por la Educación, por los derechos de las personas más débiles, “las personas invisibles”,, para ello terminó su carrera de Derecho y, como abogada, recorrió todo el mundo apoyando a millones de niñas en su derecho a la Educación.
“Nadie”, la que fue registrada como hija con el nombre de Luz, ya es en la entrega contra la injusticia y la discriminación ALGUIEN muy importante, que lo aprendido lo puso como razón de ser en su justa causa, para que aún hoy en día, las millones y millones de “Nadie”, que siguen sin escolarizar, que siguen sin saber leer ni escribir, reciban de los responsables que gobiernan en todas partes del mundo la cuota de dinero prometido y que aún son insuficientes.
Los años de Luz, “Nadie”, han encorvado algo su cuerpo menudo y han puesto hilachos de nieve en su pelo, mientras sigue contestando por correo electrónico a cuantas personas le piden ayuda o consejo. A su lado, en la mesa donde trabaja tiene una fotografía de su madre adoptiva, Esperanza, y la del maestro que le tendió su mano, “Solidaridad”, y, justo entre ambas fotografías, estaba un dibujo de su abuela, la “invisible”, que nunca supo si en realidad fue su abuela o no, aunque la tuvo a su lado como mejor pudo. El dibujo lo realizó ya de mayor, recordando a su abuela, “Invisible”.
Este cuento, que más que un cuento es una triste realidad, siguen estando vigente en todo el mundo, donde una multitud de niñas invisibles y mujeres que no saben leer ni escribir siguen esperando se haga justicia, para que el derecho a la Educación se haga realidad. Que dentro de poco todas las “Nadies“ que existen dejen de ser “invisibles”, y que ni una sola mujer por el hecho de serlo sea marginada del Sagrado Derecho a la Educación.
Por “Nadie”, por su abuela, “Invisible”, por el maestro, “Solidaridad”. Por Esperanza, la madre adoptiva de “Nadie”, que pasó a tener un nombre, el de Luz, contemos al mundo, a los responsables que gobiernan las naciones, a las sociedades para que presionen a sus gobernantes, ¡una multitud de cuentos!, que, sobre todas las cosas, son verdades y realidades. ¡Pon un cuento, una “Nadie” en tu imaginación, en tu vida y dale nombre para que lo lea! Pon también una persona una mujer que discriminada no sabe leer ni escribir, al apartarla de la sociedad que la discrimina y la hace “invisible”, y tienen que leer por ella, que escribir por ella, perdiendo su intimidad, sus derechos, su propia vida. Por todas ellas inundemos los mares y pongamos bajo los rayos del sol y al paso de los vientos una cadena humana de cuentos. Por ellas, por sus libertades por sus derechos y por nuestra propia dignidad… un cuento, una realidad.